𝐈𝐈𝐈
Las agresiones se detuvieron, pero las preguntas no. Ocasionalmente, vio a Kazuha entrar y salir de la escuela, a veces no la veía salir, otras veces la vio entrando demasiado temprano. Probablemente presa de alguna variación del Síndrome de Estocolmo, Sakura se encontró a sí misma esperando que apareciera de la nada para empujarla contra los lockers o besarlaa en algún cubículo, pero ninguna de esas cosas sucedió.
Es el último día del penúltimo día de clases cuando hay un indicio, convencida ya la castaño de que sería mejor no verse las caras de nuevo, ni para pelear o para follar (aunque eso sonara tan raro). Pasando por el estacionamiento como nunca acostumbra y con la necesidad apremiante de hacer tiempo antes de llegar a casa y encerrarse en un libro, pudo ver a Yunjin en su motocicleta, con una bonita chica a la que ubica como Chaewon sentada en su regazo, riendo ambas como si estuvieran solas en el mundo, compartiendo besos castos y ella rodeando su cuello con sus brazos. Obligatoriamente debía pasar por ahí, así que decide hacerlo rápido y mirando a cualquier otro lado.
─Hey, tú. ─ la llama y Sakura siente que se le va el color del cuerpo. ─ Miyawaki, ven un momento.
Era correr o morir, de eso está segurq pero no le responden las piernas, ni siquiera el primer impulso de salir corriendo supuestamente llevada por el miedo funciona en sus sistema. Las botas de Huh se escuchan sobre el asfalto, cada vez más cerca su inminente destino.
Tendría un epitafio patético, una corta vida. No terminó de ver Harry Potter, tampoco One Piece ¿¡Quién se quedaría con sus libros de Crepúsculo?!
─Oye. ─ la voltea, una mano sobre su hombro y Sakura se encoge esperando el golpe que nunca llega. ─ Ahg, no voy a hacerte nada, tonta. ─ rueda los ojos, el sol brilla a su espalda resaltando su cabello negro. ─ Escucha, no sé que tiene Kazuha últimamente que le ha dado por sentirse la buena estudiante y eres la última que habló con ella. ¿Sabes algo?
Sakura seguramente tiene los ojos brillantes de escuchar su nombre cuando niega con la cabeza. ─ No, ella se fue después de que... ─ miles de escenas en retrospectiva inundan sus pensamientos y el calor le sube hasta por las orejas. ─ Le di el proyecto, no sé nada más. ─ ¿Está estudiando?
Yunjin asiente, pensativa y mirando algún punto al frente. ─ No hace nada más, incluso se queda en las noches en la biblioteca ¡Está completamente loca!
Sakura reprime una sonrisa y agradece sin voz el dato del paradero de la mayor. ─ Yo, lamento no poder ayudar más...
─ Está bien. ─ sorpresivamente, le palmea el hombro con poca fuerza. ─ Oye Miyawaki, te debo una disculpa.
─ ¿Eh?
─Una disculpa, por todo. ─ se encoge de hombros. ─ ¿Ves a esa hermoso princesa? Es mi chica y me ha enseñado un par de cosas sobre respeto y tolerancia y mierdas de iglesia, ya sabes. ─ Yunjin sonríe.─ De verdad espero que me perdones algún día, eres una buena chica, amiga.
Sana asiente, realmente abrumada y sorprendida. ─ Yo, si, no importa... ─ enfoca rápidamente a la pelinegra sobre la moto quien observa la escena desde lo lejos, sonriendo orgullosa de su novia. ─ Es muy linda, cuídala mucho.
─ Claro. ─ le sacude el cabello con diversión. ─ Ten una buena vida, Miyawaki.
─ Igualmente...
Todavía con la conversación de Yunjin en la mente, Sakura avanza por los pasillos de regreso a la biblioteca, dispuesta a no irse de ahí hasta averiguar qué demonios había sido todo eso, toda su extraña relación con Kazuha y el por qué de lo que hizo. Necesita respuestas, que le diga que la odia, que le pida que la olvide, que se repita o ¡Lo que sea!
Ya se siente vacío, cuando dobla por un pasillo desierto de estudiantes y antes de bajar el primer escalón, alguien la sujeta de la parte trasera de su blusa, ahorcándola momentáneamente.
Cuando abre los ojos y respira hondo de nuevo, una conocida cara se muestra frente a ella, pero definitivamente no es quien mantenía la ligera esperanza de que fuese. Seulgi la está matando con los ojos, cargados de odio y resentimiento nato en esas pupilas oscuras.
─ Cavaste tu tumba. ─ Afianza el agarre de su cuello, impidiendo que respire. ─ ¿Qué pensabas, que podrías ir como una monja inocente a decirle a la directora y salir limpia? Por tu maldita culpa me quedaré aquí otro puto año. ─ Sakura boquea, realmente desconcertada de lo que escucha y totalmente ignorante de todo. ─ ¡Basura!
Cuando sus rodillas impactan el suelo, lo primero que hace su cuerpo es respirar. Respirar tan hondo y tan doloroso que le quema la garganta y le aprisiona los pulmones. Totalmente confundida y todavía mareada del golpe, Sakura sacude la cabeza tratando de ordenar sus pensamientos pero nada cuadra. ¿Rei? No, no sería capaz de cruzar esa línea. ¿Unnie? Ella no sabe nada, trabaja tanto la pobre. ¿Quién?
Se siente ser levantada del suelo por un brazo, pero tiene la mente en otro lado por lo que no termina de comprender del todo por qué ha caído de nuevo y de dónde viene ese ruido a su espalda.
─ ¡¿Qué demonios pasa contigo, Nakamura?! ─ Yoorim se limpia la sangre de la boca, medio recostada en el suelo y con su peso sobre un codo.
─ Aléjate. ─ Kazuha sacude sus nudillos manchados de sangre. ─ Un puto paso y te tiro los dientes, te lo juro.
Carcajeando entre la incredulidad y totalmente anonadado, Yoorim escupe con dobles intenciones la sangre de su lengua. ─ ¿A qué juegan todas, eh? Primero Yunjin haciéndose la arrepentida y ahora tú, metida en la biblioteca y defendiendo al gusano.
─ Lo que haga con mi vida no te importa.─ Kazuha truena los dientes. ─ Vete a casa, Yoorim. Déjala tranquila.
─ Ya... ─ se incorpora, sujetando su mandíbula floja. ─ Ya, ya... Claro... ─ se ríe, estruendoso y fuerte. ─ ¡Es que es una puta broma! Por supuesto, si se te veía a kilómetros que te gustaba esta perdedora, Nakamura. ─ aplaude, lento y con fuerza. Kazuha aprieta los puños dispuesta a cumplir su amenaza. ─ Bravo, bravo, bravo. ¡Qué romántica tu historia! La matona, enamorada de la vagina de una perdedora. Hilarante. ─ Sakura se sacude la ropa, incrédula y mirando alternadamente a las chicas frente a ella. ─ ¿Qué te dio, Nakamura? ¿Te la monta muy fuerte, eh? ¿O es que la torpe te la sabe chupar?
─ Suficiente. ─ Kazuha avanza los pasos que las separan, antes de lanzarse de costado impactando contra Seulgi, a quien descoloca y tropieza, pero atina a acertar un puño en su costilla herida. Kazuha tose, se sujeta y llevada por la rabia ciega estampa con fuerza en la mandíbula de su ex amiga. ─ ¡Te importa una mierda lo que haga! ─ la sujeta del cuello, impactando a la mayor contra la pared. ─ ¡Es mi puto problema si le parto o no el culo, Yoorim, mío!
Sakura, llevada por la valentía instantánea y mirando como Kazuha llora apenas nublando sus ojos de rabia al estampar repetidas veces a quien fuese su amiga, avanza la distancia entre ellas y la toma del cuello de la chaqueta, alejándola de la pelea. Kazuha no se resiste, bufando, presa de la rabia y con los nudillos deshechos, mirando fijamente a Seulgi en la pared.
─ Grandioso. ─ escupe. ─ Por mi, métele un bate de béisbol entero. ─ se acomoda la chaqueta, corrida por un hombro. ─ Que no te vea de nuevo, Nakamura, ni a ti ni a tu puta novia o estás muerta.
─ Vete a la mierda.
Yoorim se va entre risas sarcásticas, perdiéndose en el pasillo rumbo a la salida. Cuando se dejan de escuchar sus pasos, Kazuha se zafa con fuerza del agarre de Sana.
─ Unnie... ─ no le responde. ─Unnie, por favor... ─ se sacude el hombro. ─ ¿Eso qué fue?
─ Una tarada sintiéndose grande. ─ murmura. ─ Lamento que tuvieras que ver eso.
─ Oye, está bien... ─ la rodea, quedando de frente pero no le sostiene la mirada.─ Unnie, ¿Dónde estabas?
─ Por ahí. ─ renuente, Kazuha le da la espalda de nuevo. ─ Tratando de salvar el año o lo que sea.
Sakura suspira. ─ ¿Lo hiciste tú?
Kazuha alza una ceja. ─ ¿Qué cosa?
─ Decirle, a la directora.
─ Seré perdedora, pero no traicionera. ─ Kazuha patea el suelo. ─ No sé quién lo hizo, si eso te preocupa, pero puedo averiguar si quieres.
─ No... Está bien, no me importa realmente.
─ Bien.
Un silencio incómodo se expande entre ellos. Sana se lleva los dedos al golpe y sisea de dolor, alertando a la mayor quien la mira con una ceja alzada.
─ Necesitas hielo. ─ afirma, sus manos en los bolsillos traseros. ─ Andando.
─ ¿A dónde vamos?
─ A la feria, tonta. ─ ironiza, mirando al techo. ─ Vamos a bajarte eso, no creo que tu hermana esté contenta de verte así.
Sakura reprime una sonrisa, ante el falso "a mi no es a quien me importa". ─ Está acostumbrada, cree que entreno taekwondo.
─ Pobre mujer. ─ le empuja un hombro, invitándole a caminar. ─ No tengo todo el día Miyawaki. Avanza.
Viendo como camina al frente, Sakura reprime una risita. ─ Si, unnie.
No tenía demasiado pero sabía improvisar, después de haber aprendido a la mala a curarse las heridas y aliviar los golpes, Kazuha tenía uno o dos trucos en el cajón bajo su cama. Una habitación realmente desprovista de cosas, nada además de un colchón destendido, ropa sucia en una canasta y un escritorio con libros y libretas que Sakura asegura antes estaba lleno de toda clase de cosas, como las latas de cerveza, colillas de cigarrillos, cajas y envolturas de condones y bolas de papel que asoman del cesto de basura.
La pelinegra se levanta del suelo, con una caja entre las manos que coloca a un lado de Sana en la cama. Sujetando la bolsa con hielo en el pómulo, la menor observa a su mayor abrir un spray que acerca al área afectada.
─ Cierra los ojos. ─ tosca al hablar como siempre, Kazuha le ordena con el spray en alto. ─ Quita. ─ y aparta de un manotazo sutil la bolsa, rociando el spray. ─ Es analgésico, te va a adormecer.
Sakura se deja hacer, sintiendo un algodón retirar el exceso del medicamento.─ Unnie...
Concentrada, Kazuha responde. ─ Hmm...
─ ¿Por qué?
Los movimientos cesan. El silencio reina en la habitación y cuando Sakura está a punto de arrepentirse, escucha como se aclara la garganta.
─ No lo sé. ─ comienza, en voz baja. ─ Recuerdo que estabas sola ahí, tonteando y yo no podía dejar de verte. Eras tan escuálida, tan sin gracia y al principio creí que era lástima pero después, simplemente no podía dejar de verte. De verte reír, comer, caminar, carajo incluso cuando ibas al baño, fue un tormento. ─ Sakura se ríe, con los ojos cerrados y contagiada por Kazuha. ─ Yoorim me dijo que por qué el interés, que si me gustabas o qué y recuerdo que me molesté tanto... ─ agria y mirando al suelo, Kazuha suspira con fuerza. ─ Por eso comenzó todo, por sus putos comentarios. Cada vez que te hacía algo, me sentía más hundida en la mierda, más confundida, más me acordaba de tu colonia y tenía ganas de matarte por tenerme así, tan... Tan...
─ ¿Confundida?
─ Enamorada, una mierda de esas no lo sé.
Sakura traga saliva, mirando a Kazuha luchar para no llorar.
─ Lo siento, de verdad lo siento Miyawaki... ─ se talla los ojos con fuerza. ─ Trataba de convencerme a mí misma de que era odio, te hice... ─ un hipido. ─ Mierda, deberías odiarme, mandarme matar Miyawaki, yo... Soy una basura, no sabes... Intento ser mejor, ser diferente y estudio mucho. De verdad, de verdad... ─ se hinca, de rodillas y con la frente el las de Sakura. ─ Perdóname, te lo suplico. Por todo, por ser una idiota, por ser una cobarde, por hacerte tanto daño y ese día, en tu casa... Perdón, perdón...
Llorando sin freno, Kazuha se aferra a las manos que tratan de consolarlo, temblando y con los dedos apretados. Sana no sabe que hacer, que decir, que pensar siquiera y atina a llevar sus dedos al cabello negro de Kazuha, acariciando con calma.
─ Ya pasó, no, no me debes nada unnie... Por favor no llores más, levántate...
─ No me digas así. ─ murmura con la voz rota. ─ Soy una basura, no merezco tu respeto.
Sin poder evitar reír, Sakura suspira. ─ Bueno, es una costumbre, tendrás que quitármela.
Kazuha alza los ojos, deshechos en lágrimas a esos que lo miran llenos de compasión. ─ Lo siento...
─ Ya déjalo. ─ le tiende una mano. ─ Ven, es incómodo verte ahí.
Kazuha asiente y toma la mano que le es ofrecida, poniéndose de pie.
─ Bien, ¿ya lo aceptaste?
─ ¿Ah?
─ Que te gusto. ─Kazuha traga saliva. ─ ¿Ya lo tienes claro?
La mayor parece dudosa. -¿Enserio quieres que responda eso ahora?
Sakura se encoge de hombros. ─ Por supuesto.
─ Bueno... No sé cómo decirlo... ─ ambas ríen. ─ No tienes comparación, eres estupenda.
─ ¿Soy?
Kazuha se encoge de hombros. ─ Sí, tú. No es... No, definitivamente soy estúpida.
─ Kazuha. ─ le riñe, con el ceño fruncido. ─ No seas despectiva.
─ Ya, ya. ─ se rasca la nuca. ─ ¿Me gustas?
─ Vas mejorando.
Le sonríe de lado, mirando al techo con dedos entre su cabello oscuro. ─ ¿Se supone que ahora somos...?
─ Amigas.─ le asegura, mirando como sus hombros bajan en señal de tranquilidad.─ Con el tiempo, quizás, pueda conquistarte.
─ Oye, no. ─ Kazuha contrae el entrecejo.─ Para el carro, yo soy la dominante aquí.
Sakura sonríe mirando al techo. ─ Ambos podemos serlo, Tzuyu.
Después de un largo suspiro, asiente. ─ Sí, no lo digas mucho todavía me es raro. ─ se inclina a su altura, mirando con el rostro ladeado a la menor. ─ ¿Te puedo dar un beso? De amigos, claro.
Sakura sonríe y niega divertida. ─ Bien. ─ un suave beso es depositado en sus labios, con calma y cariño. ─ Amigas.
─ Amigas. ─ le muerde el labio sin fuerza.
─ ¿Qué clase de amigas tienes tú, eh? ─ divertida y entre besos, Sakura sonríe, mirando bajo sus pestañas a Kazuha.
─ Sólo una. ─ insiste, en besitos cortos y mordidas fugaces, que incrementan de ritmo y profundidad. ─ ¿Amigas con derechos?
Sakura le sujeta con cuidado la barbilla, alejando sus labios. ─ Aprueba tus exámenes finales y después, veremos.
─ Me tienes en tus manos. ─ suspira Kazuha, mirando bajo sus pestañas los labios que lo enloquecen.
Un beso rápido, que la deja buscando más hacia el frente y una sonrisa coqueta surcando los labios de Sakura cuando lo aleja por el pecho.
─ Y lo disfruto bastante.
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